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Esto es lo que no debes hacer con puertas y ventanas durante una ola de calor

Esto es lo que no debes hacer con puertas y ventanas durante una ola de calor

Dejar las ventanas abiertas durante una ola de calor puede ser un error que ponga en riesgo tu salud, según advierte la OMS. Saber cuándo abrir y cerrar —y cómo— puede marcar la diferencia entre una casa habitable y una trampa térmica.

Cuando el termómetro sube sin tregua y las alertas por calor extremo se hacen sentir en todo el país, el hogar debería ser ese refugio en el que guarecerse. Sin embargo, muchas veces no lo es. Especialmente cuando se cometen errores tan comunes como dejar las ventanas abiertas en las horas de más calor o mantener puertas sin criterio mientras el aire caliente se cuela sin permiso. En plena ola de calor, estos pequeños gestos pueden ser determinantes.

En España, las olas de calor están aumentando en frecuencia, duración e intensidad. Así lo confirman los últimos informes de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), que vinculan este fenómeno a los efectos del cambio climático. El propio Ministerio de Sanidad advierte en su Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperaturas que el calor extremo puede ser especialmente peligroso para personas mayores, niños y enfermos crónicos. La Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, subraya que mantener espacios interiores frescos es una de las principales medidas de protección frente a golpes de calor, deshidratación o agotamiento térmico.

El error más común

Uno de los errores más habituales es pensar que, al abrir todas las ventanas de par en par, se está 'refrescando' la casa. Nada más lejos de la realidad. Cuando la temperatura exterior es más alta que la interior —como sucede en gran parte del día durante una ola de calor— lo único que conseguimos es introducir más calor dentro. El resultado: estancias más cálidas, menos confort y más gasto energético si después recurrimos a ventiladores o aires acondicionados para contrarrestarlo.

El sentido común y la física coinciden en la solución: mantener las ventanas cerradas durante las horas centrales del día, especialmente entre las 11:00 y las 17:00 horas. Si además protegemos cristales con persianas, cortinas térmicas o toldos, bloqueamos el paso del sol y evitamos el efecto invernadero que puede disparar la temperatura interior incluso por encima de la exterior.

El momento adecuado para ventilar (y cómo usar las puertas)

Solo cuando el sol se pone y el aire exterior desciende, conviene abrir. El momento ideal es a primera hora de la mañana o al anochecer. Entonces, sí: es recomendable abrir ventanas opuestas y dejar puertas interiores abiertas para crear una corriente cruzada que renueve el aire caliente acumulado. Si además se colocan ventiladores estratégicamente (por ejemplo, cerca de una ventana orientada a zonas más frescas), se puede potenciar aún más este efecto.

Otro detalle poco conocido es que las puertas interiores pueden actuar como reguladoras del aire. A menudo se dejan abiertas o cerradas sin prestar atención, pero pueden usarse para compartimentar el calor durante el día, cerrando habitaciones que no se usan, y abrirse por la noche para favorecer la ventilación. Incluso un gesto tan simple como dejar una puerta entreabierta en ángulo puede crear un pequeño "efecto Venturi" que acelera la circulación natural del aire.

No se trata solo de bienestar térmico o confort. Mantener la casa bien ventilada y fresca reduce también los riesgos sanitarios en periodos de calor intenso. Según Sanidad, durante los episodios de calor extremo se produce un incremento significativo en ingresos hospitalarios, especialmente por deshidrataciones, golpes de calor y agravamiento de enfermedades cardiovasculares.

La ventilación adecuada, además, previene la acumulación de contaminantes, humedad y malos olores, protegiendo también la salud respiratoria. Es, por tanto, una cuestión de prevención integral.

Vivir con inteligencia térmica

No se trata de vivir encerrados ni de convertir el hogar en una cueva, sino de aplicar estrategias pasivas que funcionan desde hace siglos. Las casas tradicionales del Mediterráneo, por ejemplo, estaban diseñadas precisamente para eso: pequeñas ventanas, muros gruesos, sombras generosas y una distribución que favorecía la ventilación nocturna.

Hoy, sin necesidad de grandes reformas, podemos aplicar parte de esa lógica. Evitar que el calor entre es mucho más eficaz que intentar expulsarlo después. Y en este escenario de veranos cada vez más extremos, estas decisiones cotidianas importan.

Porque, al final, lo que hagamos con nuestras ventanas y puertas puede marcar la diferencia entre sobrevivir al calor… o sufrirlo.

Fuente: Vozpopuli